La especie humana está, sin duda, indisolublemente unida a la narración. Narrar viene del latín narrare y éste a su vez de gnarus, “sabio” y del protoindoeuropeo gno, “saber”. La narración, por tanto, en todas sus formas, oral, escrita, artística, musical…la podríamos considerar como un perfecto instrumento de supervivencia, un medio de transmisión de la sabiduría.
Existen textos escritos desde el 2500 a. C., incluso antes. Milenios de experiencia avalan el derecho por nacimiento de este legado humanista. Necesitamos la narración para construirnos una historia de vida basada en las experiencias de nuestros ancestros, una sabiduría ancestral que nos guíe. Un derecho de nacimiento, solo eso. Y no menos que eso.
La especie humana ha perdido el hilo de la narración. Lamentablemente, las historias que nos están llegando distan mucho de guiarnos, más bien todo lo contrario. El ser humano hoy, como siempre, necesita una historia guía, coherente con las condiciones de vida naturales de la especie, retirada de la desorientación constante de los medios de comunicación y de la mayor industria de los cuentos, las grandes empresas de la información que monopolizan el ficticio poder que les otorgamos ofreciéndoles nuestra atención.
¿Y qué pasa si cambiamos la narración en nuestras vidas? Bien, No a su imagen es un libro que nos introduce en esta aventura. John Lamb Lash comienza por hacer un análisis exhaustivo y muy profundo de la narrativa salvacionista, que ha estado orientando a la sociedad occidental durante milenios. También analiza los resultados catastróficos a los que nos ha conducido esa narrativa. Tras este análisis abre la puerta a una solución: una nueva narrativa guía para la especie humana, coherente con nuestra realidad natural, el mundo natural en el que nacemos, el que la narrativa judeocristiana nos arrebató. Gaia, nuestro planeta.
¿Por qué traduje este libro?
Este libro entró en mi casa a manos de Javier, que no sabe inglés, aun así lo compró y me dijo: “Me interesa mucho saber lo que dice, no tengo prisa, si quieres y es tu deseo, léelo y me cuentas”.
Por entonces, hablo del año 2012 cuando mi hija pequeña tenía casi 1 añito, yo estaba muy implicada en la crianza de mis hijas. Había pedido una excedencia para dedicar todo mi tiempo a atender las necesidades de una atención respetuosa a mis hijas y a mí misma y tenía poco, muy poco tiempo para leer. Recuerdo que, cuando Javier me enseñó el libro, pensé: Bueno, esto va para largo.
No recuerdo en qué momento de ese mismo año 2012, quizás medio aburrida y extenuada por las horas de entrega (tanto de día como de noche) a mi principal labor, cogí el libro y comencé a hojearlo. Decidí leer la introducción para hacerme una idea de lo que trataba el libro.
Hasta ese momento, Not in His Image era un interés de Javier, pero eso iba a cambiar. Comencé a leer, reconozco que con cierta reticencia -hacía tiempo que no leía en inglés y el libro era muy extenso- pero hubo algo que me cautivó en la introducción.
En un momento de la introducción, cuando John está realizando su declaración de intenciones sobre el capítulo 2, “Un relato para guiar a la especie”, dice: “Aquí presento la investigación académica junto con la evidencia de mis propias experiencias místicas y chamánicas. Algunos lectores pueden encontrar esta yuxtaposición inoportuna y desalentadora. Puede ayudar saber que yo soy (que yo sepa) el único investigador que escribe sobre las experiencias místicas de los códices Nag Hammadi que admite haber tenido tales experiencias. En cualquier otro campo de investigación, ¿no es eso lo que como mínimo se le pide a un escritor, la experiencia de primera mano con el tema en cuestión? Los estudiosos convencionales arriesgarían su reputación, si no sus puestos permanentes, por tal confesión. Pero a mí eso no me preocupa”.
Aquí paré, en realidad me parecía muy coherente lo que decía este hombre, John Lash, por entonces un completo desconocido para mí. Y muy valiente. Me cautivó su valentía.
He dicho: “Ahí paré”, pero en realidad, fue ahí donde comenzó mi periplo hacia una nueva visión de la vida, un nuevo paradigma, una toma de contacto real con mi situación con respecto a la espiritualidad, mis valores morales, mi modo de educar a mis hijas, mi relación con mi pareja y con el mundo, un sinfín de cuestionamientos iban sucediendo a la vez que me iba sumergiendo en la alquimia de las palabras, el proceso de traducción, el juego de las lenguas y la historia, la historia real de la que hemos sido privados.
Yo he traducido este libro pero no he sido yo sola la que he desarrollado el proceso de la traducción. Javier ha sido el otro pilar de este proyecto además del principal impulsor (acordaos que fue él quien en primera instancia trajo el libro a casa). Puesto que ha sido una traducción manuscrita, está hecha «a la antigua», al modo de los antiguos traductores y escribas de las escuelas del Misterio, él se ha ocupado de digitalizar el libro, revisarlo, darle formato, releerlo, viviendo a cada momento la traducción del mismo.
¿De qué va No a su imagen?
John Lamb Lash cuenta en la introducción que, siendo todavía un niño, se topó con Nietzsche y quedó completamente impresionado. Ese hombre le daba sentido a muchas cuestiones que rondaban la mente de un niño que no entendía ciertas cuestiones del mundo. Algunos pasajes de Así hablo Zaratustra lo condujeron a hacer un juramento: estudiar detenidamente y vivir la crítica que hace Nietzsche del Cristianismo hasta el final:
Imperturbables, desdeñosos, escandalosos, así es como la sabiduría quiere que seamos: ella es una mujer que nunca ama a nadie excepto a un guerrero.
Son cuatro los objetivos del libro:
1.- Recuperar y restaurar la Visión Sofiánica de los Misterios.
La brutal supresión de los Misterios, la destrucción de los escritos gnósticos y el genocidio a gran escala de la cultura pagana en Europa pertenecen a la historia jamás contada de la “civilización occidental” y el “triunfo del Cristianismo”. Ésta es la historia tal y como la vivieron “los perdedores” (No a su imagen, cap. 1)
Para ello, John Lamb Lash ha estudiado los difíciles materiales recuperados en 1945 en Nag Hammadi.
2.- Correlacionar las enseñanzas del Misterio con la teoría de Gaia y la ecología profunda.
El mensaje gnóstico para la humanidad bien puede presentar la raíz principal de la ecología profunda, un movimiento social que afirma el valor intrínseco de la tierra, aparte de su uso para propósitos humanos (No a su imagen, cap. 1).
El mensaje gnóstico tenía dos componentes: una visión sagrada de la tierra y una crítica radical de las doctrinas salvacionistas centradas en el mesías judeocristiano, especialmente el complejo del redentor…La crítica gnóstica fue brutalmente suprimida porque desafiaba las creencias centrales de la religión romana imperialista, creencias que tienen tanta o más utilidad política como veracidad espiritual.
3.- Exponer el encubrimiento del genocidio de la espiritualidad nativa del mundo clásico y el alcance de esa destrucción.
4.- Completar la crítica de Nietzsche demostrando lo que es erróneo (y patológicamente peligroso) en la teología salvacionista y la ética judeocristiana.
¿Por qué ese título?
“Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27)
De todos es conocida esa línea del Génesis. Bien, John Lamb Lash, a través de este título establece su posición implacablemente inamovible contra la afirmación de las doctrinas cristianas que sitúan el modelo para la humanidad en, digamos, una extra-humanidad, es decir, en una figura no-humana que no puede ser percibida por nuestros sentidos, extra-planetaria y cargada de contradicciones. Dios puede ser tan amoroso como vengativo, cruel y manipulador. Un modelo lleno de incoherencias no puede ser, plantea John en el libro, el modelo para una humanidad sana.
“¿Qué hiere a la dignidad humana más profunda y permanentemente? La alienación de la Tierra al colocar su autoimagen en una figura transhumana, supraterrestre. Este desplazamiento rompe el vínculo de reflejo hacia Gaia y hacia la vida de todas las especies. También es una mentira. Somos creados, no a Su imagen, sino en el “ajuste” evolutivo a nuestro entorno, nuestro hábitat. Somos creados a la imagen del mundo natural que contemplamos, según lo contemplamos. Esto es lo que los Misterios enseñaban con su constante dedicación a la Gran Madre”.(No a su imagen, JLL)
Rocío Gómez Jiménez